jueves, 28 de octubre de 2010

24ª Carta en el post capitalismo

Dios había dejado de existir hace rato, aunque todavía existen células funcionando bajo ese patrón, algunas de ellas mías. Cómo terminar de reciclar aquellas vivencias que a veces parecen salir con la fuerza de un bumerán, que vuelve con la misma intensidad que con la que fue lanzado, un fenómeno de la física.

A volar se había dicho y tenía la sensación que todo quedaría atrás, que al despegar la velocidad me quemaría con luz, desintegrando mi historia, dejándome liviano, suspendido.

Disponiéndome a desgastar mis alas en ello me había soltado al aire, volar sobre el océano es como caminar por su suelo, cruzar a la otra orilla de uno mismo.

Ahora estoy cansado, mis omóplatos perdieron sus alas, el cuerpo perdió su calor

Me pesa la cabeza, me duelen los hombros

Todavía siento vértigo, aunque hayan pasado seis meses o más, o menos, aun cuando quien viaja en aquel bus aéreo no soy yo, ni él que deja aquella bruma blanca sobre el cielo, pues soy él que lo mira sobre la arena, tendido, tratando de recordar el tiempo.

La arena se me escapa de las manos y es la sensación de no poder detener el tiempo, congelar la imagen o parar el movimiento la coprotagonista del momento.

La angustia es un estado mental/emocional distinguido, le permite a uno volar de un momento a otro sin siquiera moverse pero es imposible sentir un miedo o una alegría antes de que te atraviesen.

No puedo abrazar al mar pues es inmenso, no puedo tener la arena en mi mano por mucho tiempo.

Afuera se está cayendo todo, se está volviendo polvo

Me queda disfrutar de la arena corriendo por mis manos y mis pies, me queda ver atardeceres del otro lado del atlántico, me toca crearme alas y volar tras el sol una vez más, ser yo mismo el movimiento.

MKSS