lunes, 27 de junio de 2011

28ª Carta en post capitalismo


Cuando era pequeñx no podía resistir o entender qué había en mí que no terminaba de encajar fuera del cuerpo, guardé en el cierto peso que no me pertenecía y en mi rostro memoricé rictus de venganza frente al espejo. Semanas atrás una masajista trabajó sobre mi cuerpo de hombre y por primera vez algunos nudos físicos comenzaron a distenderse, por dentro sentí como nacía de otra forma, una forma cada vez más acorde a mí al mismo tiempo que me imaginaba una V hecha separando mis dedos índice y anular.

Mientras, la (r)evolución había llegado, millones de personas alrededor del mundo se levantaban para decir basta de esto, pero “esto” era más complejo de lo que parecía, un sistema social que intercala todo el tiempo economía, moralidad y poder entre otros componentes, “esto” necesita de un cambio estructural en la base de los núcleos sociales: las familias y los géneros, que no son nuestras características biológicas sino que son las construcciones sociales de poder que hacemos alrededor de nuestros cuerpos y cómo se desenvuelven socialmente.

Esto”parece incuestionable porque hemos aprendido a no cuestionar, cuestionar es el ejercicio más sano para crecer en sociedad, ya que nuestro paso por esta cobra sentido cuando la sociedad pasa por nosotrxs y podemos intervenir en ella, y no cuando simplemente entregamos nuestra fuerza vital en pos de repetir la historia.

Fue, es y será siempre mi cuerpo con su mente y su corazón mi arma de batalla, desde aquí cambio la historia, soy unx anti-sistema, soy un hombre-mujer-bomba de tiempo listx para explotar una y otra vez en pensamientos y prácticas que lentamente desmoronan al estado-capital- iglesia.

Boca abajo mientras se difuminaba momentáneamente la línea de mi trinchera-cuerpo me daba cuenta que esta V que practicaban mis dedos no era una V de venganza sino una V de victoria sostenida en el espacio y solté unas lágrimas y un suspiro como de quien se deja caer y recita al mismo tiempo una prosa, un hechizo, una carta olvidada...

Carta a Marcela

No sé si escribir o dormir, gritar o llorar.

Sé que hay mucho más allá, adentro, en el fondo.

Mi nombre es Marcos y escribo porque toda la mierda a un sitio tiene que ir, porque toda la luz algún sitio que ir.

La sociedad me ha estado atacando durante 23 años, luego de haber sido fiel espejo de este ataque/prejuicio, me encuentro ridículo si tengo ganas de gritar, si tengo ganas de llorar en el bus.

Lleno está el fondo del bus y de mí, si no estallo o me desinflo de a poco ¿Cómo hago?

En el fondo oscuro, pegajoso encuentro 7 letras llenas de mugre.

M. A. R. C. E. L. A.

Marcela es su nombre, es rubia, joven, vivía en los suburbios de la Gran Buenos Aires. Si alguien la conoce por favor le dice que tengo esta carta para ella.

Marcela: realmente me gustaría cruzarte, poder reconocerte y contarte como tu ignorancia me aplastó la infancia/adolescencia.

Ilusa dentro de tu ridículo circulo moralista de valores cristianos de cartón, te creíste con la autoridad de corregir la naturalidad y el poder de un niñx.

Ojalá que si te cruzo algún día y pueda reconocerte, la vida haya virado para vos también y no seas una ama de casa más, gris, subestimada y maltratada por la sociedad.

Ojalá que puedas oír mi voz, aquella que te parecía un tanto femenina y retumbe en tus tímpanos el sonido de la libertad, porque ahora soy “la mujer” dentro mío.

Y puedas ver mis manos, aquellas que te parecían que hacían ademanes otro tanto femeninos, sientas el olor a pan, porque ahora soy “el hombre” dentro mío.

Ojalá que si nos encontramos ya mi llanto haya cesado, porque te mojaría entera y tu marido, al llegar a tu casa, te preguntaría: ¿Dónde estuviste si no llovió?

Cuando pasa la tormenta, porque adentro si llovió y mucho, unx se responsabiliza de unx mismx. Pero si no hablo, sino abro las compuertas contra la inundación, si no evacuo mi casa/corazón, ¿la sociedad cómo se responsabiliza de su castración/discriminación cotidiana?

Lo siento, pero hoy toca limpiar mi corazón y a alguien más que a mí le toca ensuciarse con la mierda: Marcela, Mamá, Papá, hermanxs y amigxs, maestrxs, alumnxs y usuarixs del bus.

MKSS